Primeros pasos hacia el 'euroejército': Francia y Alemania buscan la independencia militar.

Foto: Soldados de las fuerzas armadas alemanas en una ceremonia, antes de su despliegue en Lituania, en enero de 2017. (Reuters)

En Berlín y París lo tienen claro. La respuesta europea al portazo del Brexit y al "America first" de Trump es profundizar en la integración. Y además de la económica, hay una que, pese a las dificultades que entraña, es cada vez más evidentemente necesaria: la Unión de la defensa. Los Gobiernos de Alemania y Francia apuestan, a largo plazo, por independizarse militarmente de Estados Unidos y por que la UE sea capaz de mostrar músculo en el exterior de forma rápida, decidida y unitaria.  El concepto clave a este respecto es "autonomía estratégica". Ésa es la visión principal que emerge de un documento elaborado conjuntamente en las últimas semanas por los Ministerios de Defensa de Alemania y Francia y que acaba de filtrar el periódico Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung. 

En este texto se aboga por acabar a largo plazo con las dependencias que el bloque ha mantenido históricamente en el ámbito militar, ya sea por motivos políticos o económicos. La UE ha confiado durante décadas en las capacidades de Estados Unidos y Reino Unido (y no ha tratado realmente de avanzar en este ámbito, que lleva décadas sobre la mesa pero sin avances). La situación es especialmente sangrante en el caso de Alemania, que por motivos históricos ha evitado montar un ejército con un poderío equiparable al de su economía.  El texto franco-alemán ha sido enviado ya a todos los gobiernos de la UE y Berlín cuenta, tras varios tanteos, con respuestas positivas por parte de entre 20 y 25 países. Ahora es el turno de Bruselas. La alta representante europea para política exterior, Federica Mogherini, deberá presenta a finales de septiembre su propuesta, que se da por supuesto que se basará en las líneas maestras perfiladas por los gobiernos de la canciller Angela Merkel y el presidente Emmanuel Macron.

El 2 por ciento del PIB  
La iniciativa pone dos condiciones iniciales a los países europeos que quieran sumarse a esa iniciativa. Y suponen básicamente cumplir con los requisitos fijados por la OTAN en la cumbre de líderes de 2014. Esto es, "acercarse" a un gasto en Defensa equivalente al 2 por ciento del producto interior bruto (PIB) y que de esa cantidad un 20 % se destine a inversión. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los socios comunitarios pertenece a la Alianza Atlántica esto no debería implicar poner la barrera muy alta. 

Aunque en la actualidad sólo cinco países de la OTAN cumplen el primero de los dos objetivos.  Estos dos criterios serían además revisados anualmente por la Agencia Europea de la Defensa (AED), dentro del refuerzo que están experimentando los principales organismos comunitarios el área militar. Este impulso se inició con la reunión de líderes de Bratislava el pasado septiembre, en la que se diseñó la respuesta de la UE a la salida de Reino Unido, y se profundizó en el Consejo Europeo de junio, donde se habló de crear un fondo europeo para la seguridad y la defensa, y por establecer un Estado Mayor militar a nivel de la UE. Además, la propuesta franco-alemana apuesta porque esta "cooperación estructurada permanente" de muchos de los socios comunitarios en materia de defensa permita que en el futuro haya unidades preparadas para participar en misiones comunes en el exterior y que se acelere la toma de decisiones (un ámbito en el que el texto llega a plantear la necesidad de que se revisen algunos procesos de decisión nacionales para favorecer una respuesta rápida).  

Un tercer punto clave de este documento es la certeza de París y Berlín de que la Unión de la Defensa pasa por elevar la "interoperatividad", esto es, fomentar la coherencia y la cohesión entre los distintos ejércitos para actuar y responder a una. Esto incluye el armamento, uno de los principales escollos durante años a los progresos en el área de la integración militar. La consultoría McKinsey puso cifras en un informe de este año a esta cuestión. Según sus datos, Europa cuenta con 178 sistemas de armamento diferentes, por los apenas 30 de Estados Unidos. Esto significa, proseguía el estudio, que la UE podría ahorrarse cerca de un 30 por ciento de todo lo que gasta en defensa si coordinase su aprovisionamiento. Pero, aquí está el problema, el reparto de contratos se concentraría en unas pocas empresas, no en la miríada de habituales compañías nacionales, lo que supondría pérdidas millonarias para algunas.

El "giro" alemán  
Francia ha aspirado desde la II Guerra Mundial a mantenerse como una potencia tanto en lo político como en lo económico y en lo militar. Es en Alemania donde se han acumulado los cambios en los últimos años. La última legislatura de Merkel (2013-2017) ha sido el despertar de un país que se había acostumbrado durante décadas a ser un gigante económico y un enano político. La crisis de la deuda ha hecho despertar a Berlín. Ucrania, Siria, la crisis de los refugiados, el brexit y Trump sólo han contribuido a reforzar la percepción de la canciller de que Alemania debe asumir su "responsabilidad" en la arena internacional y que la UE debe asir el destino "con sus propias manos".  También en el ámbito militar. Merkel aseguró hace un año, antes de que Trump empezara con el mantra del 2 por ciento para los países de la OTAN, que no podía ser que Estados Unidos emplease en defensa el 3,4 por ciento de su PIB y que Alemania gastase apenas un 1,2 por ciento. 

Esas dos tasas deben ir "convergiendo" en los próximos años, enfatizó entonces.  Alemania, de hecho, es un segundón en el ámbito de la defensa. Pese a su preeminencia económica (cuarta potencia por PIB; tercera por exportaciones) y a su creciente influencia política, especialmente en Europa, ocupa un puesto relativamente discreto en el área militar. El presupuesto de la Bundeswehr es el noveno mayor del mundo, entre Japón y Corea del Sur, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Y su ejército ocupa el puesto vigésimo octavo por número de efectivos, entre el de Marruecos y el de Afganistán.  Por eso la ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, anunció el año pasado una profunda reforma de la Bundeswehr que prevé más efectivos y más recursos: "El Ejército tiene que modernizarse en todos los aspectos". aseguró esta cristianodemócrata cercana a Merkel. El plan es un "punto de inflexión" para las fuerzas armadas y pretende dar carpetazo a la política de "permanentes recortes" de las últimas décadas. 

El ejército alemán llegaría así a los 200.000 soldados y contaría con una nueva unidad de defensa cibernética compuesta por 13.500 empleados, entre militares y civiles. Berlín quiere además invertir unos 130.000 millones de euros en equipamiento militar en los próximos quince años, una cantidad que duplica la previsión precedente de Defensa.  Alemania está además ahondando su cooperación bilateral con otros países. A las unidades militares conjuntas que mantiene desde hace años con Holanda, Francia y Polonia se van a sumar, tras un acuerdo de principios de este año, otras dos en las que soldados alemanes trabajarán codo con codo con militares de la República checa y de Rumanía.  París y Berlín cuentan con un apoyo mayoritario a su propuesta, de Portugal y España a los Bálticos, pese a que cada país tiene sus sensibilidades en el asunto y el avance real no será sencillo. Tan sólo queda por saber si Polonia entrará o no formalmente en el grupo de socios que trabajarán en el sistema de "cooperación estructurada permanente" en el ámbito de la defensa. (Jesús.R.G.)


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