Los veteranos Vehículos de Combate de Infantería: en primera línea de los Ejércitos.


En octubre de 2012 se cerraba en Estados Unidos la última cadena de fabricación de vehículos MRAP (Mine Resistant Ambush Protected), de los que el país ha dejado en suelo afgano, sin retorno, cientos de unidades. Frente a la temporalidad de este ingenio, el VCI (Vehículo de Combate de Infantería) de cadenas, o IFV (Infantry Fighting Vehicle), se sigue mostrando en los ejércitos de todo el mundo como un sistema dóneo para combatir en los escenarios cambiantes y ante las nuevas amenazas: un medio conocido y adaptable. La historia militar está llena de apariciones en el campo de batalla de ingenios que han revolucionado la táctica y los procedimientos, además de haber roto el equilibrio aparente de fuerzas en más de una ocasión. Como ejemplos bastan algunos relativamente recientes, como el misil antibuque (hundimiento del destructor israelí “Eilat” por una  lancha lanzamisiles del tipo “Komar” en 1967 con tres misiles “Styx”) o los carros de combate,  que durante la I Guerra Mundial, lanzados a los campos de Cambrai por los ingleses, dejaron anticuada la guerra de trincheras. Y si nos remontamos a la antigüedad, fue la aparición de la pólvora la que puede considerarse crucial en la historia militar de la Edad Media, tan relevante como para la conquista de América fue la caballería, las corazas y las armas de fuego. 

La década pasada un nuevo ingenio hizo su aparición: el vehículo MRAP (Mine Resistant Ambush Protected) resistente contra minas y protegido frente a emboscadas, diseñado para soportar prácticamente cualquier artefacto explosivo, así como los disparos de fusilería y francotiradores, defendiendo a las tropas en un ambiente cada vez más reacio a las bajas propias. Por un momento pareció como que el resto de vehículos de combate eran relevados del campo de batalla y los MRAP asumían el predominio del combate terrestre. El éxito, sobre todo en Irak, llevó a su adquisición por decenas de miles y a su fabricación en numerosos países. Sin embargo, en  octubre del pasado año se cerró en Estados Unidos la última de cadena de fabricación, lo que demostraba que no era sino una herramienta temporal, ante unos escenarios peculiares como Irak y Afganistán, lo que se confirma con la decisión norteamericana de dejar en ese último país más de 2.000 vehículos, en lugar de proceder a su retorno, y el proceso de reemplazar las barcazas originales de los Stryker con unas de nueva fabricación y fondo en V, con mayor resistencia contra minas y artefactos explosivos improvisados IED (Improvised Explosive Device).

Ante esta evidencia, lo que aquí propugnamos es que, aunque en ocasiones hay que buscar soluciones imaginativas ante los retos, los ejércitos ya disponen de un medio idóneo para combatir en los escenarios cambiantes y ante la nueva amenaza híbrida que el mundo occidental debe afrontar, un medio conocido y adaptable: el VCI (Vehículo de Combate de Infantería) de cadenas, o IFV (Infantry Fighting Vehicle). Basamos nuestra afirmación en el análisis de las características  fundamentales que definen  a un vehículo de combate: potencia de fuego, protección y movilidad y, en especial, capacidad de adaptación, lo que lo hace idóneo ante los riesgos de la amenaza híbrida, que se caracteriza por su alto dinamismo, adaptabilidad, oportunismo, capacidad tecnológica y para surgir en cualquier parte del planeta. Esta necesidad fue ya prevista por el general Eric Shinseki, jefe del Estado Mayor del US Army, cuando, en octubre de 1999, afirmó: Debemos empezar inmediatamente la transición del Ejército hacia una fuerza que sea estratégicamente adecuada y dominante en cualquier punto del espectro de operaciones.

Potencia de fuego
La televisión e Internet nos han mostrado numerosas imágenes de unidades emboscadas en Afganistán, cuyas armas no eran capaces de anular a francotiradores adecuadamente ubicados; o, por el contrario, a soldados cargados con pesados sistemas anti bunker o, incluso, misiles contra carro del tipo Javelin para eliminar insurgentes parapetados tras los muros de viviendas, costosos recursos para un uso específico y  limitado. También hemos visto el nutrido fuego, y con ello muestra de ineficiencia, realizado por tiradores asomados a las escotillas de sus Humvee. Sólo en los mejores casos, armas de 12,7 mm., que equipan a estaciones remotas de los MRAP de mayor tamaño, eran capaces de un fuego efectivo, pero que en muchas ocasiones no bastaba, haciendo necesario el costoso apoyo aéreo, que, además, está condicionado por las condiciones meteorológicas. La historia sería diferente si la contrastamos con la capacidad de las armas que dotan los VCI actuales, con calibres desde los 25, hasta 40 mm. (CV9040 o SV), que, asociados a direcciones de tiro con capacidad todo tiempo, nos permiten la neutralización de objetivos a distancias de hasta 2.500 m. a cubierto, gracias no sólo a los nuevos desarrollos de proyectiles, sino a la capacidad de las nuevas espoletas.

En particular, con las de tipo airburst, hacen que, incluso en zonas urbanas, las cubiertas de los edificios dejen de ser lugares seguros para un enemigo y, para ejemplo, baste recordar la desastrosa entrada en Grozny de las columnas de carros de combate rusos, en la que el limitado ángulo de elevación de los cañones de los carros de combate hizo necesario el empleo de vehículos antiaéreos Shilka(1). Por el contrario, miembros del Ejército noruego han comentado  la efectividad del fuego de sus cañones de 30 mm. de los CV en combates en Afganistán. Pero aún hay más, las torres de los VCI han sido dotadas en los últimos desarrollos con la capacidad de disparar misiles contra carro, con lo cual el vehículo dispone por sí solo para hacer frente a las distintas amenazas, porque poco puede hacer un carro de combate detectado a suficiente distancia si le dispara, por ejemplo, un misil Spike, mientras que el  insurgente que aparece en la siguiente esquina será neutralizado por el fuego de la ametralladora coaxial de la torre. Pero toda esta potencia de fuego alguien podrá afirmar  que es susceptible de ser colocada sobre una plataforma de ruedas, lo cual es cierto, pero a costa de  una condición fundamental: precisión.

No olvidemos que, a pesar de los modernos sistemas de estabilización que dotan a los sistemas de armas, tienen que ser colocados sobre plataformas estables dinámicamente y esta condición sólo la proporciona una barcaza de cadenas. El análisis de esta condición es muy sencillo. Basta con la colocación de un sistema de medición de aceleraciones sobre el techo de una barcaza y hacer pasar esta por una pista APG y veremos como las de un vehículo de ruedas son sensiblemente superiores, con lo cual las propias direcciones de tiro que dotan a de rueda limitan la realización del fuego en determinadas situaciones. Esto lleva a que  algunos ejércitos, dentro de su procedimiento de tiro de vehículos de combate de ruedas, establecen que se detenga precisamente en el instante de hacer el disparo, continuando su marcha inmediatamente después, garantizando de esta manera una mayor probabilidad de impacto al primer disparo. Esta precisión está asociada a una exigencia cada vez más extendida: la minimización de daños colaterales.

Una ráfaga de 5 disparos de 12,7 disparada por la RCWS desde un MRAP tiene mucha mayor dispersión que tres tiros de 30 mm. desde un VCI y, además, un solo disparo de 30, desde, por ejemplo, un Pizarro se es capaz de introducirlo con el vehículo en movimiento y de noche desde una distancia de 1.000 m. por una ventana de un edificio, donde se sabe que existe una amenaza, sin tener que hacer uso de un mayor número de disparos, con el riesgo inherente de daños colaterales y a un coste de munición equivalente. Están claras, por tanto, las dos ventajas fundamentales de los VCI: potencia de fuego y precisión con respecto a cualquier otro medio de combate terrestre.

Protección

En primer lugar, queremos recordar que el nuevo concepto de protección no se limita a la capacidad de blindaje, sino que va más allá, buscando evitar ser detectado y, a continuación, el ser impactado por las armas enemigas, constituyendo el blindaje el último elemento en las capas de protección. Como hemos mencionado antes, ahora la amenaza es cambiante y por ello pensemos en las múltiples amenazas: IED o fusilería en el Sahel, armas químicas en Oriente Próximo, nucleares en la península coreana, guerrilla urbana en el Cáucaso, paramilitares vinculados a cárteles de la droga en América Latina.

Los VCI, cuyo diseño surge en su forma actual durante la guerra fría, ya contaban con algunas medidas de protección orientadas a esas amenazas, como es la NBQ, y es clara la necesidad de mantener este tipo de sistemas, ya que siguen resultando necesarios. Pero, además, ante los nuevos riesgos, se requiere robustez y capacidad de crecimiento y, precisamente por diseño, con altos factores de seguridad y empleo de materiales especiales, los vehículos de cadena permiten incorporar sistemas adicionales que implican incrementar el peso y el consumo eléctrico, inicialmente no previsto.



Es todo lo contrario a los vehículos que, surgidos a partir de componentes comerciales, en los que los factores peso y coste son determinantes, no tienen posibilidad de incorporar nuevos sistemas, lo que incluso ocurre sobre los 6x6 y 8x8; y, sobre todo, no olvidemos que los VCI, ya por su propia construcción, disponen de la suficiente robustez para afrontar la amenaza convencional. Por otro lado, su estructura es suficientemente resistente como para que se les pueda dotar de los nuevos sistemas de protección activa (APS), que, sin incrementar sensiblemente el peso, constituyen una defensa infranqueable frente a diversas amenazas. Nuevamente, si nos fijamos en el hasta hoy amo del campo de batalla, el carro de combate, sus proyectiles pueden ser neutralizados por sistemas de protección activa. Bien es verdad que algunos 8x8 presentan niveles de protección comparables a ciertos VCI, en particular contraminas (Nivel 4 del STANAG 4569), pero, si evaluamos el resto de características, un análisis de sistema completo nos mostrará que el VCI sigue manteniendo una serie de ventajas. 


Y, tal como hemos comentado inicialmente, ya que no  depende sólo del blindaje, sino de la detectabilidad,  éstos, tanto por su tamaño no excesivamente grande (el conjunto de suspensión así como los de transmisión incrementan para un mismo volumen interno el total vehicular del orden de un 25 por ciento en uno de ruedas con respecto a uno de cadenas), tipo de silueta y construcción, incorporando distintos tipos de camuflaje (térmico, acústico, visual), permiten que sean menos vulnerables que el resto. Adicionalmente, los grupos motopropulsores de los vehículos de cadena, por su diseño, admiten razonablemente la incorporación de generadores eléctricos que los convierten en híbridos con un banco de baterías adecuado, lo que, además del ahorro en combustible, proporciona una reducción de firma acústica y térmica en situaciones especiales. Compensan así los mayores niveles de ruido que presentan debido al movimiento de sus cadenas, hecho que con el tiempo incluso será superado, una vez que las cadenas de elastómero superen los  problemas que aún presentan.

Y aunque íntimamente vinculado a la movilidad, tiene también implicación desde el punto de vista de la protección, en particular en el combate en población, una capacidad inherente a los vehículos de cadenas y la posibilidad de pivotaje, lo que le permite en situaciones complicadas colocarse en una mejor posición de forma rápida. Por tanto, podemos estar seguros que el VCI ofrece una protección razonable en el campo de batalla actual, con el convencimiento que, en esta continua carrera entre la protección y la capacidad de destrucción, siempre el enemigo al acecho dispone de una ventaja, que es la elección del momento y lugar, y que cualquier medio, por bien protegido que esté, afrontará un riesgo elevado.



Movilidad
Es un aspecto que, supuestamente, presenta un análisis más objetivo debido a su aparentemente fácil cuantificación y, por tanto, de análisis numérico. Cómo premisa debemos partir de que la comparación se debe hacer entre vehículos equivalentes, es decir con capacidad de transporte de un pelotón con su equipo completo, con lo cual el peso no baja de las 18 ton. para un MRAP, llegando hasta las casi 40 ton. para los VCI de mayor nivel de protección (Puma). En primer lugar, y nuevamente a la vista las nuevas amenazas existentes, se debe tener en cuenta que  la movilidad va más allá de cómo nuestros vehículos se desplazan sobre el terreno, sino que incluye la facilidad con la cual somos capaces de posicionar los medios en la parte del globo terrestre que sea necesario en el menor tiempo posible, y dado que esto, denominado movilidad estratégica, está fundamentalmente vinculado al peso, vemos que los VCI de cadenas tienen el mismo que los más modernos 8x8, que son los únicos que pueden competir de alguna manera con las capacidades antes mencionadas de protección y potencia de fuego.
Sin embargo, los nuevos desarrollos de VCI incluyen kits de blindaje adicionales, que permiten desplegar los vehículos con un nivel de blindaje básico y, posteriormente, incorporarle los elementos que incrementen el grado de protección en caso necesario. Este nivel de peso facilita el trasladar estos vehículos en aviones de transporte, bien es verdad que reduciendo la autonomía, pero permitiendo el traslado aéreo de forma tal que desde el primer momento se proporcione a las unidades desplegadas una suficiente capacidad de combate. Vehículos de menor peso podrán ser más fácilmente transportados, pero carecerán de esa potencia de fuego y protección necesaria para garantizar el dominio de la zona de operaciones, como ha resultado el caso de los MRAP. En cuanto a la logística asociada entre vehículos de rueda y los de cadena, que no deja de ser un concepto claramente vinculado a la movilidad, en términos generales, aunque los vehículos de cadena tienen normalmente períodos de revisiones más cortos que los de rueda, fundamentalmente debido a que sus motores y transmisiones están más exigidos, la huella logística no es sensiblemente distinta (valga como anécdota el volumen ocupado por los neumáticos de repuesto en operaciones), aunque no puede negarse que si más costosa, debido a constituir normalmente los repuestos de vehículos acorazados elementos especiales. 

Sin embargo, nunca debe ser el coste el elemento decisorio definitivo cuando lo que pretendemos es garantizar el éxito de la misión y, sobre todo, la adecuada protección de las tropas. No obstante, merece hacer una reflexión respecto a la relación uso/coste, y es que si sometiéramos a los vehículos de rueda a los mismos porcentajes de empleo en todo terreno de los de cadena (prácticamente el 100 por ciento), nos encontraríamos con que las flotas de ruedas tendrían unos costes de mantenimiento posiblemente superiores, mientras que el coste de adquisición de un 8x8 del orden de 30 ton. no es inferior más allá de un 10 por ciento al  de uno equivalente de cadenas.  Pero la diferencia, y por tanto fundamental ventaja del VCI, es la movilidad táctica, esa enorme capacidad de desplazarse por prácticamente cualquier tipo de terreno, y, si bien es cierto que un vehículo de ruedas siempre tendrá una mayor velocidad y un menor consumo específico cuando transite por carreteras y caminos, el hecho es que nadie puede asegurar que los próximos escenarios de despliegue no implicarán altos porcentajes de rodaje en todo terreno o con camino en malas condiciones, como el caso afgano. 

Más allá de nuestra propia experiencia, durante la cual hemos sometido a vehículos de combate de cadenas a desplazamientos por terrenos impracticables para cualquier otro tipo, nuevamente el propio conflicto afgano ha sido un buen ejemplo de cómo los MRAP no eran capaces de permitir una movilidad total sobre esos difíciles terrenos, tan distintos de Irak, donde existía una adecuada red vial. Tan es así que rápidamente el US Army reaccionó modificando la suspensión de algunos, cómo es el caso de los RG-31, sustituyendo los ejes rígidos por una suspensión independiente, para mejorar el comportamiento en terrenos blandos, que en muchas ocasiones colapsaban ante el peso de los vehículos, lo que evidentemente complicaba su mantenimiento. Esta evidencia de la necesidad de contar con medios de alta movilidad para usos especiales fue satisfecha por varios de los países implicados en el conflicto, de forma tal que noruegos, suecos y daneses desplegaron sus CV-90, Italia dispuso de hasta dos secciones de Dardo en la provincia de Herat y los alemanes desplegaron una versión modernizada del Marder, dotada de protección contraminas.

Por encima incluso de las últimas experiencias, como hemos mencionado la movilidad es una característica medible, a partir de un parámetro fundamental, que es la presión específica, es decir el peso que el vehículo transmite al suelo por unidad  de superficie, y dado que las cadenas son un área sensiblemente mayor que la zona de apoyo de las ruedas, esta presión específica es bastante menor en uno de cadenas. Por tanto, hay un reparto de peso sensiblemente mayor y, además, la continuidad física de la cadena evita que en momentos puntuales en las que una o más ruedas queden sin contacto con el suelo, la presión se incremente notablemente al repartirse entre menos. El análisis se puede realizar por distintas vías, pero siempre teniendo en cuenta los tipos de suelo (grava, arena, barro, nieve, etc.) y, aunque hay discrepancias en los resultados según el método empleado, el resultado final es siempre el mismo: la movilidad en todo terreno a partir de pesos superiores a 10 ton. es superior en los vehículos de cadena. 


La consecuencia de estos estudios se puede resumir en que, en caso de empleo combinado (todo terreno/carreteras), a partir de un 60 por ciento de uso en todo terreno la ventaja es sensiblemente superior en los vehículos de cadenas y, dada la incertidumbre con respecto a los próximos escenarios, no queda duda que la única manera de garantizar siempre la mejor movilidad táctica es recurrir a los de cadenas. Además de los innumerables procesos de prueba realizados, existe abundante literatura especializada en la cual se desarrollan distintas metodologías de análisis. Además de la movilidad con respecto al terreno, también es conocida la mejor de los vehículos de cadenas frente a los de ruedas en el paso de obstáculos (escalón, ancho de zanja, muro truncado, etc.), por lo cual globalmente se mantiene la mejor movilidad de los sistemas de cadenas.    
 
Aunque los avances en el campo de las suspensiones activas pueden mejorar sensiblemente la movilidad en todo terreno, la incorporación de estos elementos reduce finalmente la disponibilidad, debido a su complejidad, e incrementan sensiblemente el coste, por lo que sus ventajas son finalmente limitadas. Al mismo tiempo, la optimización de diseño de los vehículos de cadena, en particular en el sistema de tracción para proporcionar una presión de contacto uniforme para condiciones normales, así como en lo referido al sistema de dirección y en la continuidad de la transmisión, son de gran importancia para mantener las ventajas de movilidad con respecto a los de ruedas.

Conclusiones
Basándonos en los argumentos técnicos antes mencionados, nos reafirmamos en la postura de mantener en primera línea de nuestros ejércitos a los VCI de cadenas, pues constituyen el método más eficaz de enfrentarse a las amenazas presentes y futuras. No puede ser más claro el ejemplo del Ejército inglés, que, inmerso en dos conflictos como los de Irak y Afganistán y, por tanto disponiendo de los elementos de juicio suficientes, lanzó el  programa FRES para sustituir una parte significativa de su flota de vehículos de combate y, tras un largo proceso, finalmente seleccionó varias versiones al vehículo del SV, presentado por General Dynamics y que constituye una evolución del ASCOD (Pizarro en el caso español y Ulan para Austria).

Este vehículo se impuso, a pesar de no ser un producto acabado, a distintas alternativas que sobre plataformas 8x8 se presentaron y el proceso de desarrollo en marcha está llevando a la producción de un vehículo formidable, pero aún más, simultáneamente iniciaron un proceso de modernización de sus veteranos Warrior. Y si con eso no nos basta, miremos también al Ejército Israelí, que sigue  dotándose de robustos vehículos de combate, pasando a basarse en la barcaza del Merkava para desarrollar el Acharit. Aunque en la milicia es claro el sin pedir ni rehusar, eso no elimina la posibilidad de preferir, y somos muchos los que siempre preferiremos las cadenas allí donde haya que marchar.

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