Riesgos de envejecimiento y parálisis en unas Fuerzas Armadas españolas con un techo máximo de 79.000 efectivos.


El recorte en el número máximo de personal de tropa  y marinería, que por vez primera se fija por debajo de los 80.000, se establece en 79.000 efectivos para 2014 en los presupuesto de Defensa del año entrante. En los últimos cuatro años la disminución de  efectivos ha sido constante: de los 86.000 de 2010 se ha pasado a 78.696 efectivos (cifras de enero de este año), esto es, ya por debajo del límite máximo que se establece para el 2014. El hecho de que se haya venido basculando en una cifra que ronda el  80%  de la que se fija como techo, no augura grandes esperanzas respecto a que se alcance remotamente el máximo previsto y redunda en un envejecimiento de la tropa, amén de otras cuestiones.
 
La Ley de la Carrera Militar vigente establece que el  total número de miembros de las Fuerzas Armadas debe estar en una horquilla entre los 130.000 y los 140.000 militares, sin embargo, a 1 de enero de 2013  las Fuerzas Armadas estaban integradas por un total de 123.335 militares en activo, de ellos 78.696 de tropa y marinería, 15.862 oficiales y 28.777, suboficiales. Tras años de incremento de personal, en enero de 2010 España contaba en sus FAS con  86.112 miembros de tropa y marinería, desde entonces esta cifra ha ido en caída libre, perdiéndose en torno a 7.000 efectivos.

Se ha generado así una estructura jerárquica con una ratio tropa/mandos de 1,75/1, lo que a simple vista parece poco sostenible. En términos estadísticos hay pues 1,75 de tropa (incluyendo una gran cantidad de cabos 1º) por 1 mando (oficiales y suboficales), cifras que hablan por sí solas. Los expertos consultados por defensa.com, estiman que las Fuerzas Armadas españolas deberían tener alrededor de 150.000 efectivos, pero, sobre todo, deberían tener una adecuada proporción entre tropa y mandos (alrededor de 3/1, como mínimo) y ofrecer un sistema de renovación que garantice la entrada y salida del personal (tropa y mandos ) evitando el envejecimiento de la institución.
 
La tropa está envejeciendo pero los mandos también. Además se está acumulando personal en ciertos empleos que acabaran formando coágulos de personal envejecido e inmovilizado (cabos 1º, sargentos, brigadas, subtenientes, comandantes, tenientes coroneles...) y provocando que la situación de parálisis se extienda a todos los empleos. El recorte de efectivos es el preludio de la desaparición de nuevas unidades, con especial incidencia en el Ejército de Tierra, donde se acuñan términos llamados a la reestructuración y la  eficiencia, como el nuevo concepto de brigada polivalente, muy válido y atractivo pero que, necesariamente, requiere de medios y personal. A nivel internacional, unas Fuerzas Armadas encaminadas a una merma que parece no tener retorno complicaría los compromisos que  requieran despliegues de cierta envergadura, como el de Afganistán, y atender a la vez a las necesidades de Defensa nacional, donde la cada vez menor presencia de instituciones estatales (como el Ejército) en el territorio no dejará de tener efectos.

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