Los buques Mistral para Rusia pueden depender de coyunturas políticas.


El vicepresidente de la Comisión Militar-Industrial del Gobierno de Rusia, Iván Járchenko, calificó de “ridícula” la compra de buques anfibio franceses de la clase Mistral para la Marina de Guerra rusa. Lo apoyó el jefe de la industria militar rusa, Dmitri Rogozin, al exponer su actitud negativa hacia la importación de los Mistrales. 

No fueron los industriales, sino los militares los primeros en hablar de posibles cambios de política respecto a los Mistrales. Ya en diciembre de 2012 se informó que la compra opcional del tercer y cuarto Mistral se aplazaría de 2013 a 2016. Las razones no se han precisado, pero la mayoría de los expertos coincide en que el hecho se debe a la necesidad de financiar ciertos programas prioritarios, incluido el de viviendas, por lo que la transacción fue aplazada como medida de austeridad presupuestaria. Otro factor importante puede ser la intención de la jefatura naval de Rusia de conocer más a fondo las capacidades del primer Mistral ruso en las pruebas de 2015, para poder enmendar, en caso de necesidad, los proyectos de los buques tercero y cuarto. Los portavoces del Ministerio de Defensa y la Marina de Guerra jamás cuestionaron la necesidad de comprar buques Mistral. Este tema fue planteado por representantes de la industria militar. El buque anfibio Mistral construido de acuerdo al Proyecto BPC 160 es un barco moderno de “proyección de fuerza” destinado principalmente para operar en conflictos locales. 

Como todos los buques de su clase, el Mistral transporta marines y material de apoyo aéreo a teatros de operaciones apartadas y mantener su presencia allí durante un largo período, con posibilidad de desembarco de marines a costas de relieve complicado, mediante lanchas y helicópteros. Puede servir de buque insignia de un grupo naval en misión de paz o “demostración de bandera” en zonas de conflicto y ser transformado en una base flotante o un hospital en regiones afectadas por desastres. A estas alturas, la Marina de Guerra rusa solo puede cumplir estas misiones de manera muy limitada. Sus grandes buques de desembarco están destinados para apoyar el ejército por el flanco marítimo en operaciones tácticas y solo en forma muy reducida pueden operar en zonas lejanas del océano. Además, la Armada rusa simplemente no dispone de navíos modernos capaces de asegurar el mando y la operación de una fuerza expedicionaria. Objetivamente, la presencia de esa clase de buques facilita mucho la dirección y aumenta la capacidad combativa de una fuerza naval. El Mistral se enfrenta al mismo problema que muchos otros proyectos aprobados por el Gobierno: la decisión se toma sin previo debate claro y abierto entre las partes interesadas. 

La licitación en su tiempo ganada por los franceses no fue sino una cobertura de la decisión ya tomada. No es que se optara por el peor de los proyectos presentados, ya que el Mistral cumple con todos los requisitos de un buque de su clase, pero hay cierta incertidumbre de que se haya apostado por lo óptimo. Por otro lado, a estas alturas sería aún más ridículo cancelar la construcción de los Mistrales tres y cuatro. En todo caso, la decisión, ya se positiva o negativa, debe ser tomada por el ministro de Defensa o el Consejo de Seguridad presidido por el jefe de Estado y comandante supremo de las FFAA, a partir de los parámetros económicos y políticos disponibles. El asunto no es de incumbencia de la Comisión Militar-Industrial del Gobierno, que debería centrarse en las búsquedas de las mejores opciones para satisfacer las necesidades de las FFAA nacionales. El documento adecuado para justificar la factibilidad del proyecto de los Mistrales tres y cuatro o la renuncia al mismo sería un plan nacional de construcción de buques de guerra hecho de acuerdo a las capacidades económicas y los objetivos políticos del país.

Fuente: http://spanish.ruvr.ru/

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