El drama de los soldados de EE.UU. no tiene cabida en la televisión.


Esta semana un nuevo atentado perpetrado por un atacante no identificado vestido con un uniforme de militar afgano se cobró la vida de un soldado de la OTAN en Afganistán. Aunque los discursos oficiales y los medios estadounidenses justifican estas víctimas de la guerra contra el terrorismo, el drama de los soldados que regresan del campo de la batalla se queda fuera de la pantalla. “Cuando se pierden los cumpleaños o partidos de fútbol de sus hijos o algún aniversario, recuerden que los que están en casa pueden celebrar estos eventos gracias a ustedes”, dijo el presidente de EE.UU., Barack Obama, en una ocasión ante los militares estadounidenses. Los especialistas independientes señalan que tales discursos buscan presentar el fracaso como un éxito pero en realidad las guerras de EE.UU. en el extranjero persiguen objetivos poco definidos como la libertad o la seguridad de manera abstracta. En respuesta a la pregunta sobre los resultados de la guerra, un soldado contestó a una cadena estadounidense que “en Afganistán y en Irak, donde serví, se ve que la gente se hace más independiente. Les dimos más derechos y libertades, otras cosas”. 

Sin embargo, los medios de comunicación de masas de EE.UU. suelen omitir que entre las “otras cosas” figuran hasta 20.000 civiles muertos y el aumento de la producción de estupefacientes en Afganistán desde el inicio de la operación de la OTAN. Otro aspecto que tradicionalmente suele ocultarse son los problemas de los propios soldados estadounidenses que al regresar a casa no encuentran lugar para sí mismos en la vida cotidiana. El veterano Tim Kenney explica que tras pasar un año en la guerra “te conviertes en otra persona”. Diez meses en el frente lo llevaron a estar al borde del suicidio al padecer un trastorno por estrés postraumático, muy común entre los veteranos de guerra. “Estoy casado y tengo 4 hijos, simplemente no pude encontrar una manera de suicidarme sin que mi familia sufriera”, confiesa Kenney. Sin embargo, muchos soldados no llegan a encontrar esos motivos para seguir viviendo: desde enero hasta finales de noviembre de 2012, entre los militares de EE.UU. se registraron 303 casos de suicidios confirmados, mientras que la cifra de personas perecidas en el campo de batalla durante el mismo periodo fue de 212. 

Fuente: http://actualidad.rt.com/

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