"No soy un mercenario", asegura Luis Munar, un exoficial
del Ejército del Aire de España, que dejó a su familia y a la crisis
económica que golpea a su país para viajar a Siria y participar en el
entrenamiento de los insurrectos. Munar explica a AFP que llegó a Siria porque "nunca he
podido ver cómo mataban a niños sin revolverme en el sofá", aunque
reconoce que su labor en el conflicto sirio le da la "posibilidad de
aumentar mi curriculum profesional y poder mantener a mi familia". Este valenciano, licenciado en Derecho, se financió su
primer viaje a este país devastado por meses de violencia, cuando
recorrió las provincias de Idleb y Alepo, en el norte. Pero esta vez ha
sido pagado por una red internacional de sirios en el extranjero, que lo
pusieron en contacto con la Brigada Al Faruq, unidad que asegura tener
unos 12.000 combatientes en toda Siria, y con el Ejército Sirio Libre
(ESL). "Puedo decir con orgullo que todos los que han asistido a mis
cursillos aún están con vida y que solo hay dos heridos leves que se
produjeron en la batalla contra las tropas especiales" del régimen,
indica Munar.
Durante su primer viaje, el español enseñó a los jóvenes
combatientes rebeldes la pelea cuerpo a cuerpo y a utilizar un fusil
AK-47. Muchos de ellos jamás habían tocado en su vida un arma, explica.
Luego, el conflicto evolucionó, y los rebeldes empezaron a derribar
varios aviones del régimen. "En mi segunda visita, me pidieron ayuda en
la lucha contra tanques y antiaérea", relata. "Centramos el
entrenamiento en la lucha antiaérea con los medios de que disponen, con
los cohetes Dushka y con las ametralladoras que desmontan de los tanques
y que colocan sobre las pick-up", desgrana Munar. "Si (los rebeldes)
tuviesen tantas armas como dicen que tienen, la guerra habría acabado
ya. El armamento es obsoleto. Saudíes y cataríes no pasan armas porque
es muy complicado introducir armamento por las fronteras" asegura.
"Tienen coraje, valor, fe, y viven al día. En cuanto a armas tienen poco
y viejo con que defenderse", dice Munar.
"Una juventud de sueños rotos"
Luis Munar sujeta un vetusto Kalashnikov entre las manos,
mientras permanece apoyado en la puerta que da acceso al patio interior
de una casa. Mira a sus alumnos, muchos de ellos muchachos imberbes
envueltos en esta guerra civil. Tienen "entre 15 y 35 años, es una
juventud de sueños rotos. Muchos de ellos aún no han finalizado sus
estudios de bachillerato (...) pero todos tienen algo en común: son muy
valientes y se han convertido en veteranos de guerra". Munar reconoce que entre los rebeldes "hay miembros de
Al-Qaida", y "eso los sirios lo saben, y no les gusta". "Entre los
rebeldes hay combatientes libios, chechenos, saudíes... Sin embargo la
Brigada Al Faruk está formada íntegramente por sirios sunitas. He vivido
con ellos (...), he luchado con ellos", dice.
Munar relata la rabia frente a la comunidad internacional
de muchos rebeldes, que suelen preguntarle: "¿por qué nadie nos ayuda?
¿Por qué en Libia y aquí no? Muchas veces no he sabido qué
responderles", confiesa. "He podido respirar mucho dolor y mucha
incomprensión, y siempre salen a colación América (Estados Unidos) y
Europa" añade. Los rebeldes son gente "muy vulnerable", una "juventud
rota", un "excelente caldo de cultivo para que les laven el cerebro los
integristas", explica Munar. El español concluye: "Espero volver a
verlos pronto, aunque sea sin tener un Kalashnikov en las manos".
Fuente: http://war-iran.blogspot.com.es/
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