De la escuadra de Galeras al desierto afgano.


Cuando en una gran superproducción vean a los aguerridos Marines norteamericanos sacar pecho por su historia, sus tradiciones, sepan que nacieron 238 años después de que Carlos I asignara a las escuadras de Galeras del Mediterráneo las Compañías Viejas del mar de Nápoles. Antes incluso de que los Estados Unidos existieran, en 1537, la Infantería de Marina española, la más antigua del mundo, ya contaba con 125 hombres por cada buque de guerra. Mañana, nuestros marines cumplen 475 años de historia. De aquellos alabarderos y arcabuceros de sus comienzos a los fusiles de precisión y los equipos de guerra naval especial de hoy la Infantería de Marina ha pasado por infinidad de vicisitudes superadas con un espíritu encabezado por el lema «Valientes por tierra y por mar» y que tiene a gala «ocupar en campaña el puesto de mayor peligro, el de extrema vanguardia en los avances y el de extrema retaguardia en la retirada». Entre las dificultades que ha tenido que superar está incluso la decisión de la Segunda República de declarar el cuerpo a extinguir, algo que detuvo el inicio de la Guerra Civil.

Hoy cuenta con más de 5.800 hombres y mujeres y se encuentra desplegada en tres misiones: Líbano, con 116 efectivos; Atalanta, con sendos equipos de once hombres a bordo del «Patiño» y la «Infanta Elena»; y en Afganistán, donde diez infantes se ocupan de guiar al apoyo aéreo cuando éste es requerido.

La Infantería de Marina es hoy una de las «armas» más potentes y versátiles con que cuentan las Fuerzas Armadas. A su capacidad anfibia se unen su flexibilidad y versatilidad, que las llevan a ser capaces desde establecer una cabeza de playa a realizar un rescate en alta mar de un civil en manos de piratas. Al altísimo grado de adiestramiento al que son sometidos se une una variedad armamentística con elementos que van desde un fusil de precisión Barrett, a un carro de combate M60.
Si su primera gran batalla fue la de Lepanto, en 1571, no menos llamativos son hechos de armas como la conquista de la isla Tercera o la defensa del Morro de la Habana en 1762, que la hizo merecedora de ser Cuerpo de Casa Real y de llevar en la bocamanga de su uniforme las sardinetas propias de las compañías de preferencia. Su antigüedad está refrendada por varios reales decretos, el último de los cuales, de 1978, lleva la rúbrica de Su Majestad el Rey.

Fuente: http://www.larazon.es

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