Pakistán juzgará por «alta traición» al informante del paradero de Bin Laden.


La Administración Obama ha vuelto a sufrir un incomprensible patinazo en sus complicadas relaciones con Pakistán. Sin decir expresamente que fue «el informante», el ministro de Defensa y ex de la CIA, Leon Panetta, ha declarado a la cadena CBS la preocupación de su gobierno por la detención de un médico paquistaní, al que se acusa de dar la pista final que llevó hasta Osama bin Laden. El líder de Al Qaida fue eliminado en territorio paquistaní en mayo del año pasado, a manos de un comando estadounidense que actuó sin conocimiento ni aprobación de Islamabad.

Panetta dijo a la CBS que el arresto de Shikal Afridi «fue un error», tras admitir que el doctor paquistaní había suministrado «información muy valiosa» sobre el paradero del líder de los ataques del 11-S. Una comisión nombrada por el gobierno paquistaní ha concluido que Afridi debe ser juzgado por alta traición.

Los detalles filtrados por la CIA poco después de la operación para eliminar a Bin Laden pusieron a los servicios paquistaníes sobre la pista de sus informantes. Así se supo que el doctor Afridi fue contratado por la inteligencia norteamericana para llevar a cabo una supuesta campaña de vacunación en la localidad paquistaní de Abbottabad. Con ella se esperaba obtener pruebas de ADN de los residentes, y confirmar que en el complejo fortificado de esa pequeña localidad se ocultaba el terrorista más buscado del mundo.

Cruce de acusaciones
El gobierno de Islamabad -laico, pero aliado con partidos islamistas «moderados»- ha acusado a Washington de «desleal» desde la muerte de Bin Laden. La Administración Obama, por su parte, ha replicado mostrando su sospecha de que alguien en la cúpula del poder paquistaní sabía dónde se escondía Bin Laden y lo ocultó.

Los analistas no dejan, no obstante, de sorprenderse ante la torpeza de la Casa Blanca, que no supo proteger a su principal informante y sacarle del país después de la operación comando. El doctor Afridi fue detenido días después de la muerte de Bin Laden. El cruce de acusaciones ahonda la larga lista de agravios que desde hace un año acumulan Washington e Islamabad, otrora grandes aliados. Los partidos islamistas se han hecho más fuertes en la única potencia nuclear del mundo musulmán, y no dejan de presionar al gobierno para que mantenga el bloqueo de las rutas de abastecimiento a las tropas de EE.UU. en Afganistán.

Fuente: http://www.abc.es

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