Maniobras aéreas Japón-Australia: Canberra marca perfil en el Pacífico.


Marineros australianos participantes en las maniobras conjuntas Estados Unidos - Australia Talisman Sabre 2011.Los Ejércitos del Aire australiano y japonés han efectuado sus primeras maniobras conjuntas. Casi simultáneamente sus Armadas, junto con la estadounidense, han participado en unas maniobras navales conjuntas en el Mar del Sur de China, una zona cada vez más caliente. Todo ello obedece a la presencia cada vez más visible de Australia en los foros de seguridad regionales.

Las primeras maniobras aéreas conjuntas. Por primera vez en su historia, las fuerzas aéreas niponas y australianas han llevado a cabo, del 7 al 9 de julio, unas maniobras conjuntas. Las han protagonizado F-15 japoneses y F/A-18 Hornet australianos, que se encuentran en Alaska todo el mes para participar en los ejercicios Red Flag con la USAF y otras fuerzas aéreas aliadas.

Pese a sus dimensiones modestas, estas maniobras conjuntas bilaterales destacan por ser las primeras, y por suponer uno de los primeros resultados del acuerdo de defensa firmado por Tokio y Canberra en mayo del año pasado.

El hecho de haberse realizado aprovechando otras maniobras multilaterales podría responder al deseo de ambas capitales de evitar dar una visibilidad excesiva a su embrionaria cooperación militar, huyendo de provocaciones gratuitas ante Beijing, aunque no hay que olvidar que algunos participantes en las Red Flag mantienen disputas territoriales con Beijing.

Buques de guerra estadounidenses y tailandeses en formación. Los ejercicios CARAT constan de diversas maniobras conjuntas bilaterales que tienen lugar cada año en el Sureste Asiático. Tokio y Canberra también se entrenan conjuntamente en el mar. Esos mismos días, concretamente el 9 de julio, las aguas del Mar del Sur de China fueron testigos de unas maniobras a tres bandas entre Japón, Australia, y Estados Unidos que, para más inri, tuvieron lugar mientras el almirante Mullen, jefe de estado mayor norteamericano, se encontraba de visita oficial en China.

Aunque las maniobras tan solo contaron con un buque por cada país participante, el destructor japonés Shimakaze, el norteamericano Preble, y una patrullera australiana, la zona escogida no ha dejado de generar titulares de manera casi continua las últimas semanas, con numerosos incidentes y tensiones escasamente disimuladas. Beijing continúa reclamando el grueso de las aguas del Mar del Sur de China, mientras países como Vietnam o Filipinas se resisten a aceptar las pretensiones chinas. Manila ha llegado al extremo de rebautizarlo en sus documentos oficiales, y actualmente lo denomina "Mar del Oeste de las Filipinas".

La debilidad militar filipina empuja a Manila a buscar el apoyo norteamericano para hacer frente al expansionismo de Beijing, y la presencia australiana multiplica el valor de las maniobras a ojos filipinos, al reforzar la sensación que el país no está solo. Eso sí, todas las partes continúan evitando el choque frontal con China, por ejemplo la Armada norteamericana se esforzó en quitar hierro a las maniobras, que una de sus portavoces, la capitán de corbeta Tamara Lawrence, describió como de "bajo nivel" y "pequeña escala", destacando que se habían organizado aprovechando una exposición internacional de material de defensa en Brunei (BRIDEX), y que se habían centrado en ejercicios básicos de navegación.

Tradicionalmente China se ha opuesto a las maniobras norteamericanas en el Mar del Sur de la China. Beijing no solamente reclama la mayoría de sus aguas como territoriales, sino que considera que los países litorales tienen derecho a excluir a las fuerzas armadas de otras naciones de su Zona Económica Exclusiva (aunque parece haber olvidado dicho principio al desplegar uno de sus navíos de guerra frente a Libia).

Sin embargo esta postura china de momento no solamente no parece estar intimidando a los aliados tradicionales de Washington, sino que hasta contribuye a una rápida reconciliación histórica entre Estados Unidos y Vietnam, quienes llevan a cabo esta semana otras maniobras conjuntas (iniciadas el 15 de julio), cuyo calendario ha tachado de "inapropiado" el jefe de estado mayor chino, general Chen Bingde. Nada mejor que un enemigo común para olvidar disputas pasadas, por sangrientas que hayan sido.

 
Canberra, un actor a tener cada vez más en cuenta. El papel de Australia en la Segunda Guerra Mundial, aunque a veces controvertido, fue clave. Igualmente, durante la guerra fría, el pacto ANZUS entre Canberra, Wellington, y Washington, fue uno de los pilares del Mundo Libre en el Pacífico.

Actualmente este pacto ya no es operativo, por decisión de Nueva Zelanda, pero Australia y Estados Unidos continúan gozando de una excelente relación bilateral en el campo de la seguridad y de la defensa. Simultáneamente Canberra se acerca a Tokio y Nueva Delhi.

Aunque el actual gobierno australiano puso fin a la embrionaria cooperación a cuatro bandas con Washington, Nueva Delhi, y Tokio, mantiene las relaciones de defensa bilaterales con cada uno de ellos. El fin del tratado que los unía no ha supuesto cambios significativos, y ha sido interpretado por mucho analistas como poco más que un gesto simbólico hacia China.

Reflexión final: el valor de las alianzas. Dijo Winston Churchill que solo hay algo que peor que luchar con aliados, hacerlo sin ellos. El mensaje no parece haber sido olvidado en el Pacífico, donde una red cada vez más espesa de relaciones bilaterales, y en menor medida multilaterales, une a los países preocupados por las reclamaciones territoriales chinas.

En este sentido Australia es un país clave, por la capacidad probada de sus Fuerzas Armadas, y por la solidez de su opinión pública, elemento sin el cual las armas más avanzadas se convierten en poco más que juguetes caros.

Además de su socio tradicional, Estados Unidos, tanto el Japón como la India buscan el acercamiento a Australia, evitando sin embargo, estos dos países, tratados de defensa mutua que puedan ser vistos como un desafío directo por Beijing, en un difícil juego de equilibrios.

Hasta ahora el rápido crecimiento chino, con las grandes oportunidades de negocio que supone, ha actuado de contrapeso a la preocupación que genera en círculos de seguridad nacional el rápido rearme de Beijing. El interrogante es qué podría pasar si una crisis pone fin a dicho crecimiento, disminuyendo los incentivos a la cooperación, y tentando a los líderes chinos a hacerse definitivamente con los recursos naturales en disputa.

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