Buques de guerra de Rusia acumulan experiencia enj el Mediterráneo.



Rusia restablece su presencia naval en el mar Mediterráneo. En esa área ya opera un grupo de casi diez buques de guerra y auxiliares de las flotas rusas del mar Báltico, el Negro y el Norte. La Flota del Negro lleva la mayor carga de la misión: sus buques realizaron diecisiete travesías por el Mediterráneo el año pasado. El objetivo es mantener el prestigio de Rusia y, en términos más prácticos, defender sus intereses en la región.

Recuperación de la presencia histórica
Históricamente, el mar Mediterráneo ha sido un área de intereses vitales de Rusia desde la época de Catalina la Grande, cuando comenzó la presencia permanente de navíos rusos en esa región. Durante todo este tiempo, los buques rusos han sido un importante factor de la política mundial, aunque de vez en cuando el país tuvo que retirarlos de la zona debido a sus tensiones sociales internas o derrotas militares. 

Últimamente, el creciente potencial de la economía rusa que ha mejorado muchísimo en comparación con los primeros años de la etapa postsoviética y la recuperación de la conciencia de que Rusia debe ejercer una política exterior más activa han permitido plantear la tarea del restablecimiento de la presencia naval rusa en el mar Mediterráneo. Con frecuencia, esta presencia se interpreta erróneamente como una simple “muestra de bandera”, pero, en realidad, su significado es mucho más amplio, a pesar de los limitados recursos actuales de la Marina de Guerra rusa. 

He aquí sus principales objetivos:
En primer término, el entrenamiento. Con el decaimiento de la actividad de las FFAA en el período postsoviético, la Armada perdió gran parte de sus habilidades de combate, también relacionadas con la organización de operaciones navales en mares y océanos remotos. Los buques llevaban años sin apartarse de la zona costera, lo que obviamente impedía preparar adecuadamente al personal. Los estados mayores perdían las habilidades de mando. Las frecuentes misiones de los últimos años sin duda han mejorado el nivel de preparación de los marineros y la calidad de mando en todos los niveles. 

Esto es muy importante. Un combate naval puede durar menos de una hora, pero requiere decenas de años de entrenamiento. Otro punto no menos importante es el factor político. Con su presencia en el Mediterráneo, Rusia presta apoyo práctico al Gobierno legítimo de Siria en su lucha contra el terrorismo. Las regulares visitas de buques de guerra rusos a puertos sirios hacen prácticamente imposible una agresión externa contra ese país, lo que en combinación con otros factores permite al Gobierno de Bashar Asad seguir combatiendo contra los insurgentes armados apoyados desde el exterior.
Próxima renovación
En los próximos cinco años, el grupo naval ruso en el Mediterráneo puede cambiar sustancialmente tanto en cantidad, como en calidad. Ya en 2014, la Flota del mar Negro recibirá los primeros buques y submarinos de nueva construcción. Para los años 2017-2018 se podrá formar poderosos grupos navales a partir de los nuevos buques. Pero lo más importante es la preparación del personal en el mar y en la costa, lo que se consigue con frecuentes misiones de entrenamiento. La capacitación se convierte en una tarea de primordial orden. Los marineros que hoy en día estén de pasantía en los obsoletos buques de fabricación soviética, mañana podrán manejar con mayor seguridad las novedosas fragatas, corbetas y submarinos.
Otra tarea importante es ensayar la interacción entre las flotas. La Flota del mar Negro está en una situación extraordinaria, porque coopera en su área de acción, que incluye el mar Mediterráneo parte del océano Atlántico y el Índico, con todas las demás flotas rusas: la del Báltico, la del Norte y la del Pacífico. Por vías fluviales del interior del país, está también ligada con la Flotilla del mar Caspio, cuyos buques pasan pruebas y reciben mantenimiento técnico en el mar Negro. Ante las crecientes actividades políticas y militares en Asia, las flotas del Negro y el Pacífico se convierten en uno de las más importantes herramientas políticas de la jefatura rusa. Y su importancia solo seguirá creciendo.

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