El Estado gasta tres veces menos en el rancho de los militares que en la alimentación de los reclusos.

El pasado 6 de junio se hizo público que los recortes en el “rancho” del Ejército de Tierra obligaban a que su personal abonara a partir del 1 de julio el 50 por 100 del costo, es decir 2’80 euros sobre 5’60. Una decisión que desvelaba la desastrosa gestión de su intendencia, tanto por el sobreprecio del servicio fuera de mercado como por el absurdo de no establecer los trabajos ordinarios de los cuarteles y demás dependencias militares en régimen de jornada intensiva, con lo que, en su caso, el ahorro perseguido sería exactamente del doble.
 
Ahora, al revelarse que la alimentación de los reclusos ingresados en las prisiones de la Generalitat de Cataluña cuesta casi el triple que la pagada por el Ministerio del Interior en el resto de las cárceles del Estado (11 euros frente a los 3’6), tenemos una nueva evidencia de que, en efecto, el servicio contratado por Defensa en 5’80 euros le cuesta al Ministerio de Interior un 38 por 100 menos, con dos suposiciones importantes: que por razón de ocupación horaria en el Ejército de Tierra los “ranchos” quizás no sean completos y que, en razón del habitual trato deferente que el Estado da a la población reclusa, en las cárceles se comerá mejor que en los cuarteles.

La diferencia entre el costo de la alimentación de los reclusos españoles según la gestión de la Administración catalana y de la central, tiene fácil explicación: la primera contrata un catering totalmente externo, que con esos costes tan altos estará enriqueciendo a más de uno, y la segunda utiliza las cocinas instaladas en cada recinto penitenciario con una mínima externalización. El SEDEF, Pedro Argüelles, y el nuevo JEME, general Domínguez Buj, harían bien en revisar la gestión de esta partida presupuestaria y acoplarla debidamente a cada situación, determinando un sistema de alimentación más eficiente. Y sin que en un tema tan emblemático (aunque de dimensión económica limitada) quede la menor sombra de corruptela, como queda en el caso de las prisiones catalanas. 

Fuente: http://www.alertadigital.com/

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