Herencia de la Guerra Fría: ¿para qué sirven los búnkeres en EE. UU.?


En pleno desarrollo de la Guerra Fría, el sonido de las sirenas de los bomberos era suficiente para causar espanto entre los ciudadanos estadounidenses. Pensaban que había empezado lo peor: un ataque de la URSS. Entonces cada uno tenía muy claro dónde refugiarse en caso de emergencia. ¿Pero qué función cumplen hoy los numerosos búnkeres que existen en Estados Unidos?

Cuestión de seguridad
En 1962 concluyó la construcción del primer refugio en la capital estadounidense a dos cuadras de la Casa Blanca. Tres años más tarde, centenares de instalaciones aparecieron por toda la ciudad. Esta era la peor pesadilla de muchos estadounidenses. Después de la Segunda Guerra Mundial, los ciudadanos se sentían constantemente en peligro por la posibilidad de convertirse en un blanco para su principal enemigo: la URSS.

Se consideraba que incluso el estilo de vida estadounidense estaba en riesgo. Cada ciudadano, incluyendo a los más pequeños, debía tener un plan de acción en caso de ataque. Niños y adultos se ejercitaban una y otra vez en numerosos simulacros para saber cada paso a seguir en caso de una emergencia atómica.

En aquel entonces, el ambiente de tensión se percibía en todos lados. Los carteles que indicaban donde se encontraban los refugios antinucleares aportaban algo de seguridad a una atmósfera llena de incertidumbre.
La clave para la supervivencia era un refugio adecuado, por lo que el gobierno federal tenía un programa de búnkeres a nivel nacional.

Durante los años de la confrontación ideológica con la Unión Soviética, en EE. UU. las campañas educativas para responder a este tipo de situaciones eran una cuestión de estado. Los anuncios se sucedían en las pantallas televisivas y en las páginas de los periódicos. Las paredes de las escuelas y hospitales estaban cubiertas de letreros explicativos.

Y ahora, ¿para qué?
“Pero con el pasar de los años todo ha cambiado”. Esto es lo que respondieron los habitantes de Washington cuando se les preguntó qué es lo que hay qué hacer durante un bombardeo nuclear. Pero en plena Guerra Fría esto no suponía ningún misterio. Cada estadounidense sabía dónde dirigirse ante un posible ataque nuclear.

En 1961, el entonces presidente John F. Kennedy ordenó el uso de fondos federales para preparar los refugios antinucleares y abastecerlos con comida y otros artículos de primera necesidad. Sin embargo, actualmente nadie sabe para qué sirven.

Proyecto mal ideado
Algunos historiadores, por su parte, dudan de que el plan del gobierno de proteger a sus ciudadanos estuviera bien ideado. Porque si la Unión Soviética se hubiera decidido a atacar, precisamente Washington se habría convertido en el epicentro del golpe. Y los refugios solo habrían podido proteger a la gente de la consiguiente lluvia radiactiva. 

“Las perspectivas radiactivas, en realidad, no suponían ninguna amenaza. Porque de lanzarse un ataque, esta urbe habría sido la primera en la lista de objetivos”, asegura el historiador estadounidense Adam Irish.
Las  tensiones de la Guerra Fría no llegaron a acarrear consecuencias fatales dentro de EE. UU. Hoy en día los refugios se convirtieron en iglesias, escuelas, viviendas u oficinas.  Pero las calles guardan la memoria de la paranoia que reinaba en Estados Unidos en forma de carteles: símbolos de una historia, de la que las nuevas generaciones prefieren no tener conocimiento.

Fuente: http://actualidad.rt.com

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