Defensa recortará pedidos y aplazará pagos a la industria.

DEUDA DE 32.000 MILLONES/ El próximo ministro deberá tomar medidas dolorosas para el sector, que obligarán a cerrar empresas y reducir expectativas de negocio.

El frente de batalla más importante para el próximo ministro de Defensa no será la gestión de las misiones en el exterior, como la de Afganistán o Líbano. La guerra más difícil se librará en el plano económico, contra una deuda de 32.000 millones de euros que ha puesto en riesgo el propio funcionamiento de las Fuerzas Armadas. Este agujero (cuatro veces superior al del Ayuntamiento de Madrid), procede de la adquisición de sistemas de armamento, como el avión de transporte A400M o las fragatas F-100. Del importe total, 14.000 millones se deben a la cartera de Industria (que es la que ha prefinanciado las compras), y el resto son compromisos de pago con compañías como EADS, Santa Bárbara, Navantia o Indra.

Carme Chacón, ministra de Defensa en funciones, recortó el presupuesto un 16% entre 2009 y 2011, pero no acompañó este tijeretazo de un plan con soluciones a medio plazo. La consecuencia: el problema se ha agravado con impagos que, en el caso de programas como el Eurofighter, superan los 500 millones.Tras las elecciones, analistas y militares han comenzado a idear terapias de choque. Aplazar facturas, recortar pedidos, racionalizar compras con una agencia única, enajenar material, fusionar pymes que aporten valor y prescindir de empresas no competitivas... Son medidas inevitables.


·Reprogramar los pagos
Es lo más urgente y lo más obvio. A corto plazo, Defensa tendrá entre 1.000 y 1.500 millones anuales para responder a sus programas de modernización, a las necesidades de apoyo logístico y a su actividad de I+D. Sin embargo, esto es sólo la mitad de lo necesario para cumplir con sus obligaciones. Es imposible, por lo tanto, que la deuda esté saldada en 2024, tal como está ahora fijado. Habrá que “obtener un aplazamiento hasta 2030”, opina el coronel Carlos Calvo, de la Dirección General de Armamento.

·Recortarpedidos
La reducción de pedidos es una medida difícil y dolorosa, pero también está encima de la mesa. “Hay que desprenderse de plataformas en el mercado internacional y cancelar algunas adquisiciones, ya que España no necesita 27 aviones A400M, ni 45 helicópteros NH90 [de hecho, el Ejecutivo ya ha dejado en el aire seis de estos pedidos]; es una decisión que no se puede demorar, para no hacer del Ministerio un pagador insolvente por más tiempo”, afirman Enrique Navarro y Rafael Bardají, analistas del Grupo de Estudios Estratégicos.

El 65%de los compromisos adquiridos son iniciativas del sector aeronáutico (en cooperación con otros países), mientras que el 25% son del ámbito naval y el 10% terrestres. La situación también exigirá posponer futuros programas, como la compra de vehículos 8x8.
·Agencia de comprasEs la propuesta estrella. Como advierte Carlos Calvo, crear una agencia de compras centralizada “es una tendencia inevitable que puede introducir racionalidad, ya que elmodelo vigente no parece responder a las necesidades actuales”.
La experiencia de otros países hace pensar que, uniendo la política de adquisiciones de los tres ejércitos, se gana en eficiencia. El gran ejemplo es Francia, que funciona con este mecanismo desde hace casi cinco décadas.
·Fusiones y cierresHace un año, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, planteó el siguiente objetivo: “Limitar el perímetro del sector con fusiones y adquisiciones”. El 80% de los ingresos lo copan cuatro grupos: EADS, Navantia, Santa Bárbara e Indra. De ellas, la primera procede de un proceso de integración europeo. Santa Bárbara (especializada en carros de combate) está integrada en la estadounidense General Dynamics. Las restantes son Indra y Navantia, ambas con circunstancias distintas. Más allá de los gigantes, analistas como Félix Arteaga (Real Instituto Elcano), creen que debe haber fusiones en el parque de proveedores (sólo Navantia tiene 2.500), especialmente, entre firmas que aporten valor añadido. No hay dinero para sostener empresas que no son competitivas.

·Mantenimiento
Tras el desembolso para la adquisición de nuevos programas, habrá que afrontar el coste de su mantenimiento. Esta partida será más elevada que en el pasado, ya que los sistemas que entrarán en servicio son más sofisticados y, por ello, la factura a pagar por su revisión se encarece. La propuesta es enajenar aquel material que no sea necesario y concentrar las tareas de reparación en un número reducido de instalaciones.

·Ventas en el exteriorEs la gran exigencia de la industria para amortiguar el impacto de las medidas citadas anteriormente: que el Ejecutivo respalde campañas de exportación. Este apoyo es vital, pues para vender sistemas de armamento se necesita un acuerdo entre los gobiernos. “Defensa hace este papel con Navantia (de titularidad pública), pero hasta ahora se ha olvidado del resto”, afirman fuentes del sector.

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