Las relaciones Paquistán / Irán, inquietan a Arabia Saudí.


El viaje del Presidente paquistaní Asif Alí Zardari a Teherán, para participar en una conferencia sobre antiterrorismo, el día 25 de junio, fue intencionadamente preparado para que tuviera un gran simbolismo político de desprecio hacia los EEUU. Pero el regreso del Presidente paquistaní a Teherán solo tres semanas después, en una segunda visita oficial, en la que fue recibido con todos los honores por el Líder Supremo Ayatollah Alí Jamenei, quien no escatimó alabanzas para "el pueblo paquistaní" y advirtió al Presidente Zardari de que el "enemigo real" del pueblo paquistaní y de su unidad nacional viene del Occidente y sobre todo de EEUU, fue un claro "desafío estratégico" a Norteamérica.

Todo ello a pesar de los desesperados esfuerzos diplomáticos por parte de Arabia Saudí, para que el Presidente paquistaní cambiara de opinión en sus intenciones, pues el día antes de su partida hacia Teherán, el embajador saudí en Islamabad Abdul Aziz al-Ghader, llamó al Presidente paquistaní para que desistiera de su visita oficial, que ha sido calificada como un duro golpe al equilibrio de fuerzas en la región del Golfo Pérsico. Para Arabia Saudí, ha sido motivo de especial preocupación desde que se supo que a las visitas del Presidente paquistaní le precedió una delegación de altos clérigos paquistaníes chiíes, con el objeto de lograr una mayor armonía con sus correligionarios en Irán. Posteriormente, otra delegación de clérigos, esta vez suníes de la línea más dura del wahabismo, se reunió con clérigos chiíes en Irán.

Durante las conversaciones en Teherán, se trataron temas de gran sensibilidad respecto a asuntos de cooperación bilateral, que ninguno de los dos países desea que se publiquen. Además de asuntos de antiterrorismo, se sabe que, en las reuniones entre Zardari y Jamenei, con presencia del Presidente iraní Ahmadineyad, se trató sobre la "evolución de la situación" ante la progresiva retirada de tropas de EEUU de Afganistán, haciendo una declaración final conjunta en la que se manifiestan los "vitales intereses" de Pakistán e Irán en Afganistán.

Zardari propuso la formación de un organismo denominado Gestión Interior de la Frontera, gestionado trilateralmente (Pakistán, Irán, y Afganistán) para combatir el tráfico de drogas. Se acordó emplear las monedas de los dos países en sus relaciones económicas y comerciales, evitando emplear el dólar. Así mismo se trató sobre el estratégico oleoducto que unirá Irán con Pakistán, que se encuentra finalizado en su tramo iraní y desde luego no tan adelantado en la parte paquistaní, debido hasta la fecha a la oposición de EEUU al proyecto. Este oleoducto podría proporcionar a partir de 2012, hasta el 50% de la energía que necesita Pakistán. A partir de 2015, Pakistán comenzará a recibir también gas iraní a través de un nuevo gaseoducto.

Podemos afirmar que, a pesar del hecho de los divergentes intereses tradicionales entre Pakistán e Irán, especialmente en lo referente al problema de Afganistán, actualmente, ambos países se ven unidos ante los mismos problemas en su política exterior. Por otro lado Irán ya no tiene el visceral odio a los talibanes, producto del wahabismo saudí, como ocurría en 1991, gracias a dos razones fundamentales: ahora, Irán puede aceptar a los talibanes como un movimiento nacional de resistencia contra la ocupación de EEUU, y segundo por la decidida oposición de los talibanes al establecimiento en Afganistán de bases permanentes estadounidenses.

Desde el punto de vista de inteligencia, al haber sido Pakistán un aliado de Arabia Saudí como países mayoritariamente suníes que son, unido a su actual creciente antagonismo con EEUU, podría facilitar a Irán valiosísima información, especialmente para combatir a la organización terrorista Jundallah, que opera sobre todo en la región Sistán-Balochistán. Pero quizás lo más importante es que el estrechamiento de relaciones Pakistán-Irán, si se consolida, echa por tierra la tesis de Arabia Saudí, de que el cisma chií-suní es el factor decisivo de la política de Extremo Oriente.

La reacción de Arabia Saudí, fue una invitación personal del rey al Presidente paquistaní a Riad, donde le recordó a su invitado, los estrechos lazos de amistad que durante décadas han unido a ambos países, así como la ayuda económica que siempre ha recibido Pakistán cada vez que estuvo necesitada.

A título de comentario añadimos que, si bien es verdad que Pakistán se ha beneficiado de fondos saudíes, no lo es menos que también fueron fondos saudíes los que han alimentado la violencia sectaria entre suníes y chiíes, así como de las organizaciones yihadistas y todos los elemento anti-chiíes. Solo hay que recordar las docenas de inocentes chiíes que fueron victimas de las organizaciones Lashkar-e-Jhangi y Sipah-e-Sahaba en Pakistán.

Por su lado Irán permanecerá expectante para comprobar que el radical giro dado por Pakistán, no es sólo un farol, dados los sólidos lazos tanto políticos como religiosos y económicos que Pakistán ha mantenido durante largos años con Arabia Saudí. Finalmente, el radical cambio de actitud paquistaní, se debe en gran medida a los continuos ataques con drones, sin consultar previamente al Gobierno de Islamabad, que violan su soberanía, vulneran su independencia y hieren su dignidad. Algo que ha sido una constante fuente de fricción y de humillación para los militares paquistaníes y que provoca la ira de sus ciudadanos.

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